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Cuatro días para Navidad


¿Realmente merezco algo bueno?

Otro año más, llega Navidad y con ella la introspección. Es inevitable que al llegar al final del año echemos un vistazo al retrovisor. ¿Qué hicimos este año? ¿Qué logramos? ¿Qué no logramos? ¡El tiempo pasa cada vez más rápido!.


Vivimos en un mundo donde «tenemos» que merecer lo que obtenemos. Tenemos que merecer el dinero que ganamos, el puesto que tenemos, las calificaciones que alcanzamos, el cuerpo que ejercitamos, los tenis que siempre hemos querido, el viaje que soñamos, y a veces hasta el cariño de los que nos rodean.


Es normal entonces que llegue Navidad y exista un sentimiento de que no merecemos nada bueno. No mucho, al menos. Los errores que hemos cometido, incluso años atrás, pesan más que las buenas acciones o incluso las buenas intenciones. Hay algo en las luces de Navidad que te susurra que no lo mereces.


Dios nos dice en Efesios 2 explícitamente y sin tapujos que ni siquiera merecemos el regalo más grande que podemos recibir: la salvación de nuestra alma. En otras palabras, la gracia de Dios hace que la salvación no sea justa. Nunca obtendremos nada que merezcamos, pues todo lo que viene de Dios es producto de su interminable misericordia, perdón y amor hacia nosotros. Esta Navidad, ¡te invito a dejar atrás toda culpabilidad y recibir cada pequeño detalle como parte del gran regalo del amor de Dios! Un abrazo, un buen deseo, una sonrisa, un pedazo de pastel, un atardecer, la lluvia, el sol, nada de esto mereceremos jamás.

 

'Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló. La salvación de ustedes no es el resultado de sus propios esfuerzos. Por eso nadie puede sentirse orgulloso. ' Efesios 2:8-9 (La Biblia - TLA)


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