“Porque llegará el día en que la gente no querrá escuchar la buena enseñanza. Al contrario, querrá oír enseñanzas diferentes. Por eso buscará maestros que le digan lo que quiere oír. La gente no escuchará la verdadera enseñanza, sino que prestará atención a toda clase de cuentos.” 2ªTimoteo 4:3-4 (TLA)
Galileo Galilei fue un astrónomo, ingeniero, matemático y físico italiano. Había descubierto que la Tierra giraba alrededor del Sol. En 1633, un tribunal le obligó a retractarse de sus descubrimientos. Los que rechazaban los hallazgos de este científico, quizá sacudidos en sus convicciones, habrían dicho: «¡Esperemos que la Tierra no gire...!».
Aún hoy esta puede ser nuestra actitud. Se oye decir que «creer lo que queremos creer» es un signo de libertad, pero en realidad es una decisión dictada por el miedo a cuestionarnos.
- ¡Esperemos que Dios no exista! De este modo el hombre sería el dueño del mundo y no tendría que rendir cuentas a nadie.
- ¡Esperemos que todo se acabe con la muerte, así no tendré que ser juzgado por la vida que llevo!
- ¡Esperemos que el “pecado” sea una noción pasada de moda, o al menos subjetiva! ¡Así puedo continuar haciendo lo que quiero!
- ¡Esperemos que no haya una norma «superior», trascendente, para definir lo que está bien! Me dicen que tengo derecho a pensar que todo lo que hago está bien.
- ¡Esperemos que el hombre sea bueno, como muchos piensan!
- ¡Esperemos que nadie descubra todo lo que hay en el fondo de mi ser, mis pensamientos más secretos, mi egoísmo, mis rencores y mi odio! Así puedo estar en paz y salir sin experimentar sentimientos de culpa y vergüenza.
- ¡Esperemos que todos los caminos lleven a la felicidad! Así no habría que buscar el mejor. ¡Soy libre de pensar como quiera, y espero seguir siéndolo!
En otras palabras, ¡esperemos que la Biblia no diga la verdad! Sin embargo... ¿qué sucedería si nos atreviésemos a ir más lejos?
“Señor... tú eres Dios, y tus palabras son verdad.” 2 Samuel 7:28
“Tú eres grande, y hacedor de maravillas; solo tú eres Dios.” Salmo 86:10
«Sin embargo gira...», siguió pensando Galileo, después de haber salvado su vida al decir públicamente que se retractaba de sus descubrimientos. Hoy sabemos que tenía razón, que su «locura» de aquel entonces era la verdad exacta...
- ¡Sin embargo Dios existe! Es la única explicación razonable al misterio de la vida.
- Sin embargo, podría descubrir con escalofríos que al morir seré juzgado por Dios debido a la vida que he vivido. Dios aborrece ciertas prácticas, a las cuales llama pecado, ¡sea que uno esté o no esté de acuerdo con él!
- Sin embargo, él es la personificación del bien; solo él decide cuál es la «norma». No es lo que cada uno decida. Bajo este razonamiento, ¿qué vale cada una de mis acciones?
- Sin embargo, el hombre es malo por naturaleza, de otra manera, ¿cómo podríamos explicar el reinado universal del egoísmo y de la maldad... el mal en mi propio corazón?
- Sin embargo, ¡incluso nuestros grandes secretos serán descubiertos un día, pues Dios sabe todo sobre nosotros y nos pedirá cuentas!
- Sin embargo, todos los caminos propuestos por las ideologías, los políticos, los filósofos y las religiones me exigen esfuerzos y méritos... y solo me doy cuenta de mis limitaciones y mi incompetencia.
- Sin embargo la Biblia, a través de un mensaje franco y sincero, propone el camino que realmente puede conducir a la verdad y a la paz. La Biblia es el poder de Dios para cambiar la vida de todo el que cree.
- Sin embargo es tan fácil... ¡con tal que usted la lea! Es tan útil... ¡con tal que usted la crea!